¿Cómo identificar tu tipo de piel?
Identificar tu tipo de piel es imprescindible a la hora de conocer qué productos cosméticos son los más adecuados para ti. Cada persona tiene un tipo de piel y unos problemas dérmicos determinados. Por ello, identificar tu tipo de piel te puede ayudar a cuidar tu rostro y cuerpo con los productos más adecuados y efectivos, ya que los cosméticos deben seleccionarse en función del tipo de piel y de la edad.
Tipo de pieles: normal, seca, grasa, mixta y sensible
Existen cinco tipos de piel básicos:
- normal
- seca
- grasa
- mixta
- sensible i/o intolerante
El tipo de piel de cada persona viene determinado por la genética. Sin embargo, puede variar debido a los factores internos y externos a lo que es sometida.
TIPO DE PIEL NORMAL
Una piel normal (eudérmica) es una piel que está en equilibrio. Ni es demasiado grasa, ni demasiado seca.
Es una piel suave al tacto y con un tono uniforme. Sus poros son poco visibles y no presenta ninguna imperfección aparente.
Las pieles normales tienen un ligero brillo, no se muestra tirante y no se enrojece. Por lo general, con mantenerla limpia y bien hidratada es suficiente para mantener su aspecto sano, suave y uniforme.
Las células de las pieles normales producen la cantidad necesaria de elementos que permiten mantener una buena hidratación y una buena protección. Este tipo de pieles responden bien ante los cambios de temperatura y humedad. Resisten bien las agresiones externas como la contaminación y los rayos UV. No obstante, con el paso de los años es difícil conservar esta calidad de la piel.
LA EVOLUCIÓN DE LAS PIELES NORMALES CON EL PASO DE LOS AÑOS
Aunque las pieles normales sean equilibradas, suaves y flexibles también están sujetas al envejecimiento natural.
Las células de la piel se renuevan en ciclos de 28 días de media. Estas células nacen en la capa más profunda de la piel, migran a la superficie y finalmente se desprenden. Este ciclo ayuda a preservar el aspecto suave y tonificado de la piel.
Con el paso de los años este ciclo se ralentiza y las células muertas se quedan acumuladas en la superficie otorgando un tono apagado. Por otro lado, el sebo natural de la piel va desapareciendo de forma gradual, de la misma forma que disminuye la producción de colágeno y elastina.
De ahí, que con el paso del tiempo el aspecto aterciopelado de las pieles normales se vaya atenuando poco a poco, perdiendo espesor, sensibilidad y flexibilidad. La piel se va debilitando y deshidratando.
La piel normal se caracteriza por:
- Poros finos
- Buena circulación sanguínea
- Textura aterciopelada, suave y lisa
- Tono uniforme de color rosado, fresco
- Ausencia de impurezas
- No es propensa a la sensibilidad
LOS PROBLEMAS ASOCIADOS A LAS PIELES NORMALES
Aunque las pieles normales no presentan ningún problema en particular y gozan de un buen equilibrio, no siempre son capaces de hacer frente a todas las agresiones diarias como por ejemplo:
- Frío
- Ambientes secos
- Exposición prolongada a los rayos UV
- Fricción
Este tipo de agresiones externas van atacando a la epidermis al mismo tiempo que dañan su barrera protectora. Aunque los daños no son visibles de inmediato, lo serán a medio y largo plazo.
Otros factores como la alimentación, el estrés o el insomnio también afectan directamente a la piel y tienen un impacto directo en su envejecimiento. Por ello, las pieles normales necesitan unos cuidados específicos que les permita resistir a los efectos de estos factores y evitar daños en un futuro.
EL CUIDADO DE LAS PIELES NORMALES
los problemas relacionados con la piel seca constituyen una afección corriente que representa el 40% de las visitas a dermatólogos.
TIPO DE PIEL SECA
La piel seca es una piel sensible. Todas las pieles secas son sensibles pero no todas las pieles sensibles son secas. Este tipo de pieles producen menos sebo de lo normal por lo que la consecuencia es una piel seca y tirante, ya que carece de los lípidos que necesita para retener la humedad y formar el escudo protector necesario para afrontar las inclemencias externas.
Se trata de un tipo de piel que produce menos sebo de lo normal y en consecuencia, la piel seca carece de los lípidos que necesita para retener la humedad y formar un escudo protector frente a las agresiones externas.
Existen diferentes grados de sequedad en función de la intensidad pero generalmente todas las pieles secas son pieles incómodas: tensas, finas y frágiles ya que carecen de agua por lo que se muestran:
- Ásperas al tacto
- Falta de flexibilidad y suavidad
- Tirante y con picores
- Enrojecimiento
Esto se debe a que los lípidos no son suficientes para mantener una buena hidratación y protección de la piel. Esta alteración de la función barrera hace que la piel se vuelva muy seca y vulnerable y en consecuencia, más sensible a las agresiones externas.
Las pieles secas y las pieles muy secas, se caracterizan por:
- Piel tirante, frágil, áspera y con tono apagado
- Elasticidad cutánea débil
- Descamación leve o consistencia laminosa
- Aspecto áspero o lleno de manchas
- Tirantez
- Picor
- Enrojecimiento
- Riesgo de infección
Ciertas zonas como las manos, pies, codos y rodillas son más propensas a la descamación, grietas, callosidades, aspereza y al picor frecuente.
LA EVOLUCIÓN DE LAS PIELES SECAS CON EL PASO DEL TIEMPO
Lo peor de las pieles secas es que tienden a envejecer mucho más rápido que las pieles grasas y mixtas. Las arrugas surgen más rápido y son más numerosas. Sin embargo, la flacidez es menos evidente en las pieles secas que en otro tipo de pieles.
En este tipo de pieles la barrera protectora se va debilitando por lo que requieren una muy buena hidratación para mantenerlas protegidas. Por ello, también son más importantes las señales de envejecimiento que en el caso de las mujeres en la menopausia, debido a la disminución de estrógenos, se afina aún más la piel y por tanto, se acentúa más la sequedad dejando la piel cada vez menos hidratada, marcada y con arrugas que aparecen y se asientan.
EL CUIDADO DE LAS PIELES SECAS
TIPO DE PIEL GRASA
Las pieles grasas se caracterizan por tener una elevada producción de sebo (seborrea). Su aspecto es brillante y graso, sus poros están dilatados, tiene una textura irregular y espesa, y es propensa a los puntos negros.
La piel se protege mediante una película hidrolipídica formada por sebo y transpiración. El sebo es un escudo natural contra las agresiones externas. Cuando es segregado en exceso las glándulas sebáceas son más grandes y numerosas (hipersecreción sebácea), lo que entendemos como piel con tendencia grasa. Las personas que tienen la piel grasa también suelen tener el cabello graso.
Las situaciones que desencadenan la hiperproducción de sebo son:
Genética
Cambios y desequilibrios hormonales
Medicación
Estrés
Cosméticos comedogénicos (cosméticos irritantes)
Aunque no podemos controlar el tamaño y número de las glándulas sebáceas, ni los cambios hormonales, sí que podemos prevenir el empeoramiento de este tipo de pieles controlando ciertos aspectos como:
El uso de productos no adecuados o demasiado agresivos
El estrés
La contaminación
Fatiga
Una mala alimentación
LA EVOLUCIÓN DE LAS PIELES GRASAS CON EL PASO DEL TIEMPO
A medida que pasa el tiempo la piel tiende a deshidratarse y a afinarse, perdiendo elasticidad y generando arrugas. En el caso de las pieles grasas el sebo ayuda a mantener una buena hidratación. Aunque su aspecto no es muy estético, la piel grasa tiene la gran ventaja de estar bien protegida frente a la sequedad y por lo tanto, mejor preparada para combatir el envejecimiento natural de la piel.
Por ello, las personas que tienen este tipo de piel tardan más tiempo en sufrir los signos del envejecimiento. Las arrugas aparecen más tarde y son menos numerosas, aunque más profundas.
El tabaco, la exposición solar o una dieta desequilibrada son factores que también afectan a las pieles grasas de la misma forma que afectan al resto de tipo de pieles.
LOS CUIDADOS ESENCIALES DE LAS PIELES GRASAS
TIPO DE PIEL MIXTA
La piel mixta es una piel que como su nombre indica, mezcla dos tipos de piel. Este tipo de pieles presenta zonas normales o secas, y zonas grasas, que pueden estar más o menos marcadas.
En el rostro la piel tiende a ser más grasa en la nariz, frente y barbilla. Esto es lo que conocemos como “Zona T”.
Hablamos de zona T cuando la piel de la nariz, frente y barbilla tiene las características de una piel grasa: suave, con un aspecto brillante e incluso a veces, con imperfecciones.
En esta zona la piel es más espesa y los poros se ven bien dilatados. Suele tener un tono opaco debido a la retención de impurezas que causa el exceso de sebo, que impide que la luz se refleje.
En cambio, fuera de la Zona T, en las mejillas y la sien, la piel es más bien seca. Estas zonas suelen tener un aspecto más apagado debido a la carencia de agua y a que no se produce suficiente sebo.
Las pieles mixtas son rugosas, tensas e incluso a veces estriadas. Suelen ser pieles tirantes y molestas, aunque no incomodan como puede suceder con las pieles secas.
Este tipo de pieles necesitan especial atención. En la zona T pueden tener imperfecciones como los puntos negros que corresponden a una acumulación de sebo. Cuando un punto negro se infecta aparece un grano rojo o blanco. Para evitar esto, hay que cuidar a diario la piel mixta.
Fuera de la zona T la piel es normal o seca. Se mostrará seca si carece de hidratación y lípidos. Por ello es importante asegurar una buena hidratación con productos específicos para este tipo de pieles.
LA EVOLUCIÓN DE LAS PIELES MIXTAS CON EL PASO DEL TIEMPO
Las personas con la piel mixta tienen la ventaja de gozar de un rostro parcialmente protegido ante los factores externos que pueden dañar la piel. El sebo mantiene una buena hidratación y los primeros signos de envejecimiento (arrugas) aparecen más tarde y más lentamente. En cambio esto no sucede en la sien y en las mejillas.
Al igual que sucede con las pieles secas, con el tiempo las pieles mixtas tienden a deshidratarse. Son propensas a la pérdida de flexibilidad y tonicidad, así como a la aparición de arrugas en las zonas secas.
La piel del rostro se va apagando de forma gradual dando lugar a irregularidades como las manchas. Para evitarlo, la mejor arma es la prevención mediante una buena higiene diaria y el uso de cosméticos hidratantes para este tipo de pieles.
LOS CUIDADOS ESENCIALES DE LAS PIELES MIXTAS: LA ZONA T Y LAS ZONAS SECAS
Por otro lado, la zona T requiere una crema hidratante matificante, no grasa, para hidratar la zona T, cerrar los poros y eliminar los brillos. En cuanto a las mascarillas, en la zona T es más recomendable usar mascarillas astringentes y purificantes y un exfoliante una vez a la semana.
Las zonas secas de las pieles mixtas suelen descuidarse pero hay que tener en cuenta que necesitan nutrición y esta es importante, por lo que la crema utilizada debe cumplir las siguientes condiciones:
Ha de tener la capacidad de restaurar la película protectora de la piel, Ha de ser humectante para limitar la deshidratación, y por último, ha de evitar irritaciones
Mientras la zona T se aconseja exfoliar una vez a la semana, en las zonas secas se aconseja un par de veces al mes. En cuanto al uso de mascarillas son más aconsejables las hidratantes.
Aunque puede dar la impresión de que el cuidado de las pieles mixtas requiere un mayor número de diferentes productos, hoy en día contamos con la suerte de tener disponibles un amplio abanico de cosméticos todo en uno, con la capacidad de hidratar las zonas normales a secas y equilibrar las zonas grasas.
EN LAS PIELES SENSIBLES LAS PRIMERAS ARRUGAS EMPIEZAN A SURGIR A PARTIR DE LOS 25 AÑOS
TIPO DE PIEL SENSIBLE Y/O INTOLERANTE
Las personas con la piel sensible suelen sufrir síntomas desagradables como:
Cosquilleo
Tirantez
Rojeces
Calor y ardor
Picor
Este tipo de pieles no suelen tolerar bien los cosméticos por lo que requieren unos cuidados muy específicos para pieles sensibles.
La piel sensible es una piel hiperreactiva por lo que reacciona mucho más que una piel normal. Los síntomas que presenta además de ser incómodos, suelen acompañarse de enrojecimiento y se manifiesta de forma exagerada ante los estímulos externos que normalmente no deberían causar irritación:
Radiación UV
Calor, frío, viento, humedad, variaciones de temperatura…
Productos cosméticos
Estrés
Menstruación, menopausia y otros cambios hormonales
Alimentación inadecuada
Las pieles sensibles e intoleranes reaccionan a todos estos factores mientras que los otros tipos de pieles no lo hacen. Esta hipersensibilidad tiene como consecuencia una disminución de la tolerancia de la piel. Mientras más sensible sea, más bajo tendrá el umbral de la tolerancia.
Cuando la piel es sensible, estas reacciones se presentan de manera transitoria, en momentos determinados. En cambio, cuando además de sensible es intolerante, estas reacciones son constantes con una tolerancia practicamente nula.
LA EVOLUCIÓN DE LAS PIELES SENSIBLES E INTOLERANTES
Las pieles sensibles e intolerantes presentan una alteración de su función barrera lo que favorece su deshidratación y la penetración de agentes potencialmente irritantes. Por otro lado, segregan de forma excesiva ciertos neurotransmisores como las citocinas, responsables de promover los procesos inflamatorios. También se caracterizan por una sobreproducción de radicales libres, factor que favorece el envejecemiento prematuro de la piel.
La piel de los bebés es sensible y por ello se requieren unos cuidados específicos. Cuando ya somos niños, la piel ya está algo más madura. Aún así, sigue siendo más delgada y tiene menos pigmentación que la de un adulto, siendo también mucho más vulnerable a los rayos UV.
A partir de los 12 años de edad, la estructura y función de la piel corresponde ya a la de un adulto. Si a partir de esta edad seguimos teniendo una piel sensible o esta sensibilidad va aumentando con el paso de los años, seguramente a partir de los 25 años empezarán a aparecer las primeras arrugas.
Cuando la piel sensible empieza a perder grosor, su función protectora y la protección natural contra la radiación solar también va desapareciendo. Además, la densidad del colágeno y la flexibilidad empiezan también a disminuir, alrededor del 1% cada año.
Las pieles sensibles empiezan a notar a partir de los 30 años una mayor pérdida de elasticidad y de humedad.
Los procesos metabólicos de las células empiezan a disminuir y la barrera protectora se debilita cada vez más y con ello, las molestias y problemas son más frecuentes e intensos si no se trata adecuadamente.
De los 40 a los 50 años viene lo peor, algo que sucede en todo tipo de pieles, pero en este caso la aspereza y sequedad aumentan, aparecen zonas de hiperpigmentación (manchas de la edad), pueden surgir deterioros en la cicatrización de heridas y aumentar el riesgo de infecciones cutáneas.
La piel va perdiendo su estructura fibrosa y su capacidad de retener el agua. Las fibras elásticas se deterioran lo que causa una pérdida de resistencia y elasticidad. Aparecen nuevas arrugas y líneas de expresión, que con el tiempo desembocarán en arrugas profundas.
A partir de esta edad, las pieles sensibles también observan una disminución gradual del desarrollo de los vasos sanguíneos de la dermis, responsable de proporcionar nutrientes a la epidermis por lo que ninguna de estas dos capas recibe la nutrición adecuada y en consecuencia, las conexiones entre ellas se vuelven más delgadas favoreciendo la pérdida de densidad y firmeza de la piel.
Esta misma reducción del flujo sanguíneo causa también que la piel se vea más apagada e incluso que puedan observarse algunos capilares rotos.
LOS CUIDADOS ESENCIALES DE LAS PIELES SENSIBLES E INTOLERANTES
Las cremas hidratantes han de ser específicas para pieles sensibles e intolerantes. Se deben aplicar entre 1-2 veces al día. Han de ser de muy alta tolerabilidad, sin perfumes, ni conservantes, ni agentes surfactantes. De esta manera, se reducirán las reacciones inflamatorias en la piel.